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HISTORIA



En los anales de la historia antigua de los guerreros otomíes, el nombre de Tzilacatzin resuena con una fuerza legendaria. Nacido en el esplendoroso año 1450 en la poderosa ciudad de Tula, Tzilacatzin fue descendiente directo de los Quinametzin, aquellos gigantes venerados como los primeros pobladores de la tierra. Desde su más tierna infancia, se sabía que estaba destinado a forjar un camino lleno de gloria y heroísmo.

Desde los primeros días de su entrenamiento en las artes de la guerra, Tzilacatzin demostró una destreza y un ingenio sin igual. Su táctica implacable y su habilidad para movilizar a las fuerzas bajo su mando le valieron un lugar destacado en las filas de los valientes guerreros Cuachicqueh. Era temido por sus enemigos y respetado por sus camaradas, y su reputación como el estratega más formidable de su tiempo se extendió rápidamente por toda la región.

Cuenta la leyenda que en una ocasión, durante una sangrienta batalla contra los conquistadores españoles, Tzilacatzin detuvo un feroz ataque enemigo lanzando tres enormes rocas desde lo alto de una montaña. Estos gigantes proyectiles cayeron con una fuerza inigualable, destrozando las filas enemigas y sembrando el pánico entre los invasores. Ante tal demostración de poder y valentía, los conquistadores se vieron obligados a suspender su ataque y retroceder, incapaces de enfrentarse a la ferocidad de Tzilacatzin.

Una de las habilidades más destacadas de este legendario guerrero era su capacidad para infiltrarse y camuflarse entre los enemigos. Era capaz de transformarse en una sombra, deslizándose sigilosamente entre las filas enemigas y recopilando información valiosa que luego utilizaba para planificar sus devastadores asaltos. Esta habilidad innata, combinada con su destreza táctica, lo convirtió en un líder indomable y en un estratega impredecible.

A medida que las hazañas de Tzilacatzin se multiplicaban, también crecía su estatus dentro de los Cuachicqueh. Finalmente, alcanzó el rango más alto dentro de esta temida hermandad guerrera, convirtiéndose en el Tlacateccatl, el líder supremo. Bajo su mando, los guerreros otomíes se volvieron invencibles, y ninguna fuerza enemiga se atrevía a desafiar su dominio.

Sin embargo, la historia de Tzilacatzin no es solo una saga de gloriosas victorias y heroísmo desmedido, sino también una epopeya de resistencia y lucha por la libertad. A pesar de todos sus logros, Tzilacatzin no pudo detener el inexorable avance de la conquista española y el colapso de su amada civilización otomí. Su valentía y determinación nunca flaquearon, pero al final, fue superado por las implacables circunstancias históricas que se cernían sobre su pueblo.

Aunque la tierra de los otomíes pudo haber sido sometida, el legado de Tzilacatzin y su indomable espíritu perduraron en los corazones de su pueblo. Su coraje y estrategia táctica se convirtieron en un ejemplo a seguir para las futuras generaciones de guerreros. Su nombre se convirtió en sinónimo de resistencia y orgullo otomí, recordándoles que incluso en los momentos más oscuros, la fuerza y la valentía de un solo individuo pueden iluminar el camino hacia un futuro mejor. La leyenda de Tzilacatzin vivirá eternamente en los anales de la historia, inspirando a aquellos que se atrevan a soñar en grande y a luchar por la justicia y la libertad.


HABILIDADES ESPECIALES



LINAJE QUINAMETZIN

Tzilacatzin posee la sangre de los antiguos y poderosos Quinametzin, lo que le otorga habilidades sobrehumanas. Cuando su salud disminuye por debajo de cierto umbral, su cuerpo es impulsado por la energía ancestral, lo que aumenta su defensa, velocidad, evasión y movilidad, convirtiéndolo en un enemigo aún más temible en la batalla. La habilidad se activa y una luz brillante rodea al héroe, otorgándole un aura sagrada.



LLUVIA DE PIEDRAS

 La leyenda cuenta que Tzilacantzin detuvo el avance de las fuerzas invasoras arrojando tres enormes rocas al enemigo. Con esta habilidad, el héroe lanza tres rocas consecutivamente a los enemigos, que pueden ser lanzadas a diferentes objetivos. Cada roca inflige daño y tiene una probabilidad de inmovilizar al objetivo. En la batalla, Tzilacantzin parece un gigante poderoso que levanta las rocas con facilidad y las arroja con una precisión mortal.




CAPITAN CUACHICQUEH


 "Capitán Cuachicqueh" es el máximo logro dentro de la élite de guerreros Cuachicqueh. Para alcanzar este rango se necesitan cumplir varios actos heroicos en el campo de batalla, y un requisito esencial es nunca retroceder ni rendirse, sin importar la situación o las consecuencias. Tzilacatzin, orgulloso de su herencia Otomi, entra en un frenesí controlado, mostrando su valentía y desafiando a la muerte.  En el campo de batalla, Tzilacatzin se cubre de polvo y sangre mientras se mueve rápidamente entre sus enemigos, aplastando todo lo que se interpone en su camino.





SUBYUGACION DE OBSIDIANA

Tzilacatzin se lanza con su Macuahuitl en mano, una espada hecha de obsidiana afilada como una navaja, hacia los enemigos con un ataque brutal y violento. Golpea los vientres y cráneos de sus enemigos, pensando solo en preservar la gloria de los dioses y su pueblo. Realiza dos ataques consecutivos con su arma, infligiendo gran daño y dejando a sus enemigos intimidados por el segundo golpe. En el campo de batalla, los enemigos pueden ver a Tzilacatzin balanceando su Macuahuitl con destreza y con una ferocidad inquebrantable.



ORGULLO OTOMI

Tzilacatzin no solo se destacó por su fuerza y ferocidad en la batalla, sino también por su inquebrantable orgullo de guerrero que nunca se doblegó ante nadie, ya sea un dios, demonio o incluso la muerte misma. Siempre listo para alzar su arma y atacar, sin importar la situación o el oponente. Esta habilidad le permite contratacar cada vez que es atacado directamente, permitiéndole contraatacar con una lluvia de piedras o subyugación de obsidiana


MAESTRO DEL ENGAÑO

Una habilidad impresionante de Tzilacatzín es su dominio del disfraz, que muestra su inteligencia militar y habilidades estratégicas en la batalla. Al cambiar su atuendo para confundir o infiltrarse entre las filas enemigas, puede evitar ser detectado y evitar los ataques enemigos. En la batalla, se puede ver a Tzilacatzín moviéndose de forma sigilosa y veloz por el campo de batalla, cambiando su apariencia para engañar a sus enemigos y aprovecharse de su falta de atención.




RUGIDO DEL JAGUAR

 Este poderoso rugido no solo aumenta la fuerza y velocidad de sus compañeros, sino que también infunde miedo en los corazones de sus adversarios. El terror que provoca puede incluso desmoralizar a los enemigos, haciéndolos más vulnerables al ataque. En el campo de batalla, el Rugido de Jaguar  se manifiesta como un sonido ensordecedor que se eleva por encima del fragor de la batalla, haciendo que los aliados se sientan valientes y llenos de vigor, mientras que los enemigos se paralizan de miedo ante la presencia imponente de Tzilacatzín y su habilidad de intimidar.



HABILIDADES NORMALES


CORTE ANCESTRAL

eEmpuña su letal Macuahuitl para ejecutar un rápido pero contundente corte contra el enemigo, causando un daño considerable sin necesidad de usar puntos de magia. La espada de madera con afiladas obsidianas brilla con un aura ancestral mientras el héroe otomí avanza en el campo de batalla, haciendo temblar el suelo con cada paso.


FLECHA DE TEMATLATL

Ejecuta un devastador ataque a larga distancia con su tematlatl, infligiendo un daño considerable al enemigo. En la batalla, se puede observar a Tzilacatzin tomando su tematlatl con ambas manos y apuntando cuidadosamente hacia el enemigo antes de disparar con gran fuerza y precisión. La flecha lanzada por el tematlatl vuela con rapidez y fuerza hasta impactar al enemigo con un sonido ensordecedor.

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